2/7/10

Divagues de una noche con dolor de cabeza

Con un terrible dolor de cabeza y un cierto grado de abstinencia de nicotina y cafeína, me siento a que las supuestas musas inspiradoras me transmitan su gran sabiduría. Entiéndase el sarcasmo: mi única inspiración es la vida y sus circunstancias. 
Entonces, ya es viernes. Otra semana que se fue volando, ya estamos en julio, fue un parpadeo que se pasaron los meses. Ya estamos pisando la segunda mitad del año... es un tanto atemorizante, parece que los minutos se escurren cual arena entre los dedos. Interesante.
Me he dado cuenta de que, hábilmente, puse una metáfora que creo nadie ha logrado descifrar por ahora. No la voy a repetir, puesto que sería muy evidente. Creo que es la gran confesión de mi vida... No, la verdad que no lo es, pero pensándolo bien, es la gran traición a una de las cosas que pensaba. Como sea, está escrito entre las 'Cosas de Paula'. El que quiera, que haga el intento. 
No puedo exigirme a esta hora que deje los divagues de lado, está muy complicado todo, queda poco de lo que exigimos, ya nadie quiere a nadie, no sé. ¿Cuándo bajan el telón de esta obra? No es que me haya aburrido, es que los laberintos nunca me gustaron. 
Tampoco la indiferencia.
Tampoco la indesición.
En fin, me estaba acordando que la primera vez que fui a la psicóloga, me pidió que le escribiera una autobiografía de mi vida. Que ironía, sólo tenía 17 años... pero como siempre, tenía mucho que contar. Igualmente, empecé escribiendo que, a los 6 ó 7 años, se me había caído una heladera (de esas portátiles que se utilizan para la playa, pero esta era de acero o algún material similar) en la cabeza. Me correaba sangre, fue un espanto, recuerdo a mi papá metiéndome en la bañera, tirándome agua, su cara... todo. Ahora que lo estoy escribiendo, admito que se ha dibujado una sonrisa en mis labios, pero fue espantoso.
De todos modos, la Parca no pudo conmigo, aquí estoy viviendo el día a día. Guiño a la Dama Negra.
Otra cosa que quería escribir, era aquello que le puse a un profesor sobre por qué quería ser periodista. El texto es un poco largo, pero creo que vale la pena leerlo:

Por qué quiero ser periodista es una pregunta que me hacen con cierta frecuencia, pero que también me hago yo en esos momentos en los cuales el café no alcanza para terminar de leer los apuntes de alguna materia un sábado a la noche. En estos tiempos en los cuales el oficio del periodista se encuentra muy criticado es difícil responder a esta pregunta, pero voy a intentarlo.
El periodismo resulta para mí mucho más que un oficio. Es más que describir un hecho, es más que emitir una opinión respecto a un tema de actualidad y es más que reflejar una ideología política. El periodismo es informar, pero no simplemente dar a conocer las noticias, es educar a los receptores del medio, a aquellas personas que conforman la sociedad en la que suceden estos hechos sobre los cuales el periodista habla.
Pienso que el periodismo es una herramienta y no un poder. Creo que a través de la palabra, ya sea oral o escrita, un periodista puede llegar a movilizar a la sociedad para que recupere sus valores morales y así actúe en consecuencia, luego de haberse informado, luego de haberse educado. Una sociedad ignorante es una sociedad manipulable, por consiguiente “hay que educar al soberano”, como decía Sarmiento, y darle a conocer los hechos para que pueda emprender un razonamiento crítico que conlleve a la acción es lo que debe tener como objetivo un periodista para mí. Es lo que yo busco: yo quiero poder lograr un cambio.
Otra de las razones por las cuales decidí estudiar periodismo es porque siento que ha cambiado la prioridad de los valores de las personas y opino que, mediante esta herramienta que es el periodismo, puedo llegar a mostrar otra escala de valores, quiero poder decirles que el estudio es lo único que les queda, es lo que nadie les va a poder quitar y por eso tienen que poner en ello todo el esfuerzo. Quiero poder presentar otro aspecto de la vida y sigo creyendo que el periodismo es el mejor camino para conseguirlo.
Respecto a la objetividad en este oficio, entiendo que el periodista debe contar los hechos y, en el caso de que tenga que emitir su opinión, éste debe presentar ambas partes de la cuestión, lo bueno y lo malo, y así tiene que permitirle a los receptores realizar un filtro racional para formar su propia opinión. Sin embargo, insisto en que para conseguir esta labor de los receptores es necesario eliminar la ignorancia que rige en la sociedad.
Las críticas fluyen continuamente y se resbalan por los labios de mis de mis amigos, de mis familiares, sin embargo me aferro a mi creencia de que, para cuando por fin consiga mi título, las cosas en este país van a cambiar. Pueden llamarme ingenua, pero yo tengo esa esperanza.
Finalmente, para cerrar este trabajo, diré que quiero ser periodista puesto que veo en este oficio la herramienta perfecta para el cambio, que combina aquellos elementos que deben estimular a la sociedad: la lectura, la escritura y la opinión. Quiero ser periodista porque creo que es posible transmitir el hecho y lograr que los receptores formen una opinión que provoque una acción social.
 

1 comentario:

E. dijo...

Sus anhelos de cambio son loables, pero los ecos de toda labor periodística son siempre efímeros, y arraigan poco en la sociedad que los recibe. Muchos escritores han producido cambios con sus obras, pero los periodistas, jamás. Esto se debe a que, a diferencia de los libros, los diarios mueren demasiado pronto y casi todas sus notas son olvidadas en no más de veinticuatro horas. Sin embargo, la labor del periodista puede ser valiosa en su inmediatez, y, si no grandes cambios en las ideas de los individuos, al menos ofrece la posibilidad de muchas pequeñas soluciones para aquellos que necesitan una voz o acaso una esperanza. Y quizás, ya que no está en nuestras manos modificar la escala de valores de la sociedad, en ello consista el único cambio valioso que podamos hacer.