2/4/14

Me salvo

A veces me inspiro y te salvo.
A veces me quiero y me salvo.
Sólo ganás porque te creo el engaño
Voluntariamente, me caigo.
A veces me muero y te salvo.
Hoy te suelto y sólo me salvo.

18/5/11

Hasta el Cielo, como solíamos decir

Mami: 
Te echo de menos y quiero abrazarte. Como sé que no puedo hacerlo, me conformo con dormirme soñando nuestras vivencias juntas. Hace tres años ya que no te veo ni escucho tu voz, pero eso no quiere decir que no te recuerde cada día que pasa, cada momento difícil, cada momento tranquilo. Todo el tiempo me pregunto cómo serían las cosas si hoy estuvieras con nosotros. 
No puedo modificar lo que sucedió. La muerte es algo inevitable, pero también es inevitable preguntar 'por qué a vos'. Este mes no tengo ganas de nada. Y no me sale nada bien, así que sólo me voy a sentar a extrañarte.
Allá, donde estés, nunca olvides lo mucho que te quiero. 


P.D.: Te quiero mucho, hasta el Cielo, como solíamos decir.

6/4/11

Una carta para Mamá, con dirección al Cielo

Hace varios meses que no te escribo, pero siempre te tengo presente. Todos los días revivo vagos recuerdos de cuando era chica. Me acuerdo del sambayón que era tu gusto de helado favorito, te veo batiéndolo en la cocina de la quinta durante los veranos que pasamos allá y también me acuerdo de las incesables promesas que hacías de no comer chocolate por determinado tiempo para que algo que deseabas se cumpliera. Algunas veces funcionaba, otras veces había que extender el plazo.
¿Sabés qué? Cuando ya es hora de cenar y comienzo a cocinar, trato de descubrir cuál era tu ingrediente secreto para que todas las ensaladas que me preparabas salieran tan ricas. Me fastidia el hecho de que aún no lo descubro, pero no te preocupes: sigo intentando.
Una de las tantas veces que me subí al colectivo de la línea 128 con Andrea, volví a tener 10 años. Era domingo y habíamos regresado temprano de la Quinta. Recuerdo que hacía frío y papá nos había acompañado hasta Mario Bravo y Corrientes para tomar el 92 hasta el Alto Palermo. El colectivo tardó horrores en aparecer, es más, no sé si apareció; pero llegó el 128, que paraba en el mismo lugar. Andrea y yo estábamos cansadas de estar ahí paradas y seguro te habías cansado vos también porque a penas frenó, nos subimos y preguntaste si nos dejaba en el shopping. El chofer respondió con un seco "sí" y sacaste los boletos. No sé bien por qué, pero estabas enojada. Algo malo habíamos hecho y tu cara lo delataba. Como te dije, no recuerdo la razón, espero que algún día me la digas...
Siempre que voy a esperar el colectivo me acuerdo de los viajes que hacíamos juntas. Cuando consigo un asiento y logro sentarme, es inevitable que piense en todas las veces que me quedaba dormida apoyando mi cabeza sobre tu hombro.
Cambiando de tema, hoy Anita me dijo que, cuando fue a verte, a saludarte, alguien se había llevado la lamparita que iluminaba las flores que ella siempre te deja y estaba triste por eso. Yo no comprendo qué puede hacer alguien con una lamparita robada de un cementerio, pero bueno, son cosas que pasan, ¿no?
Espero que tu sonrisa siga siendo la misma que tenías con nosotros y que estés cuidándonos a todos... yo llevo tu corazón colgado para que me sigas a todos lados.
Te quiero tanto....
Te extraño.